Los alimentos que contienen azúcares o hidratos de carbono simples (azúcar común o sacarosa y productos que la contienen, miel, mermelada, bebidas tipo cola, golosinas y dulces, etc.) o hidratos de carbono complejos (cereales como el pan, galletas, arroz, pastas alimenticias, patatas, legumbres, etc.) son fácilmente degradados en la boca por acción de una sustancia que contiene la saliva (alfa amilasa) y por bacterias en compuestos más sencillos que aumentan la acidez de la cavidad bucal, lo que destruye la integridad del esmalte y puede afectar al resto de componentes del diente.
Sin embargo, no sólo se debe tener en cuenta la influencia de estos alimentos ricos en hidratos de carbono en la aparición de caries, sino también la del resto de alimentos, el grado de higiene dental, la disponibilidad de flúor (indispensable para asegurar la estructura del esmalte), la producción salivar y factores genéticos.
Para evitarlas es prudente consumir muy poca cantidad de estos alimentos:
Leche y lácteos: Leche condensada.
Carnes grasas, productos de charcutería y vísceras.
Cereales: Galletas rellenas, chocolateadas o bañadas con soluciones azucaradas, etc.
Frutas: Fruta en almíbar, frutas desecadas y frutas confitadas.
Bebidas: Bebidas azucaradas tipo cola y, según hábitos, bebidas alcohólicas de baja graduación (cerveza, vinos de mesa, sidra)
Grasas: Nata, manteca, tocino y sebos.
Otros productos: Apastelería y repostería rellenas, chocolateadas o bañadas en soluciones azucaradas, golosinas y dulces, etc.
Edulcorantes: Azúcar común o sacarosa, fructosa y jarabes de glucosa.